A veces, nuestro cuerpo nos habla en voz baja. Un piquetito en el pecho, un dolor que va y viene, una presión ligera que no dura más de unos segundos y lo dejamos pasar. “Seguro fue la comida”, “debe ser estrés” o “ya se me va a quitar”. Lo cierto es que esos pequeños avisos pueden esconder algo mucho más serio de lo que imaginamos.
El corazón, ese motor incansable que late día y noche sin permiso, también se cansa y sufre. Y cuando manda señales, debemos aprender a escucharlas.
Los “piquetitos” que no debes ignorar.
No todo dolor en el pecho es un infarto, pero tampoco es normal que lo ignoremos. Entre las causas más comunes están:
- Estrés y ansiedad: provocan tensiones musculares que imitan punzadas cardiacas.
- Problemas digestivos: como acidez o reflujo.
- Inflamación muscular o de costillas: tras cargar peso o un mal movimiento.
- Problemas cardiacos reales: como angina, arritmias o un preinfarto.
La clave está en reconocer cuándo se trata de algo pasajero y cuándo es una alarma que no debemos ignorar.


Síntomas de preinfarto: señales que salvan vidas.
Un preinfarto no siempre llega con un dolor intenso como en las películas. Muchas veces sus síntomas son más discretos y fáciles de confundir con cansancio. Prestar atención puede marcar la diferencia.
Alerta si presentas:
- Dolor o presión en el pecho que se siente como peso, ardor o un “apretón” que dura varios minutos.
- Dolor que se extiende al brazo izquierdo, mandíbula, espalda o cuello.
- Falta de aire incluso en reposo.
- Sudoración fría y repentina.
- Mareos, náusea o vómito.
- Debilidad o cansancio extremo que aparece sin explicación.
En mujeres, los síntomas pueden ser más confusos: molestias en el estómago, dolor de espalda, dificultad para dormir o fatiga persistente.
Lo más importante: si aparecen varios de estos síntomas juntos, busca atención médica inmediata.


El poder de la prevención.
Cuidar al corazón no es algo que podamos dejar para “cuando haya tiempo”. La prevención puede evitar tragedias y regalarnos años de vida plena.
Algunos hábitos clave son:
- Chequeos médicos regulares: electrocardiogramas, estudios de colesterol, triglicéridos y presión arterial.
- Alimentación balanceada: menos grasas y ultraprocesados; más frutas, verduras y agua.
- Actividad física moderada: caminar 30 minutos diarios ya hace la diferencia.
- Manejo del estrés: el corazón también resiente las emociones. Respirar profundo, meditar o descansar ayuda más de lo que creemos.
- No fumar y moderar el alcohol: enemigos silenciosos de nuestras arterias.
El corazón no pide sacrificios enormes, sólo constancia en el autocuidado.


Escucha tu cuerpo, cuida tu vida
Imagina que esos piquetitos son pequeñas campanadas de alarma. Puedes elegir ignorarlas o detenerte a escuchar lo que tu cuerpo intenta decirte. Muchas personas que han sobrevivido a un infarto recuerdan síntomas previos que no tomaron en serio. Ese tiempo perdido en dudar pudo haber costado su vida.
Tu bienestar siempre debe estar por encima de cualquier excusa.
En VRIM sabemos que el corazón no es sólo un órgano: es la chispa que nos mantiene vivos y cerca de quienes amamos. Por eso te ofrecemos herramientas para cuidarlo mejor:
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