Todo lo que puede haber detrás de un aparente “cólico menstrual”.

¿Cuántas veces hemos escuchado a alguien decir “sólo es un cólico”? ¿Cuántas veces lo hemos dicho nosotras mismas? El dolor se normaliza, se minimiza, se silencia, como si la menstruación fuera sinónimo de sufrimiento inevitable. Pero ¿Qué pasaría si ese “simple cólico” fuera en realidad un grito del cuerpo pidiendo ayuda?

Los cólicos menstruales pueden ser parte del ciclo natural, sí, pero no todos los dolores deben tolerarse. No todos son normales. Y, sobre todo, no todos deberían ser ignorados. Detrás de ese malestar aparentemente común pueden esconderse condiciones de salud que merecen atención, empatía y tratamiento.

Hoy queremos hablarte con el corazón, para recordarte que tu dolor importa. Que tu cuerpo merece ser escuchado. Y que no estás exagerando.

¿Qué es realmente un “cólico menstrual”?

Durante la menstruación, el útero se contrae para desprender su revestimiento interno. Esas contracciones, provocadas por sustancias llamadas prostaglandinas, pueden generar dolor en la parte baja del abdomen, la espalda o incluso en las piernas. Para muchas mujeres, este dolor es leve o moderado, pero para otras, puede ser tan intenso que les impide levantarse de la cama, concentrarse en el trabajo o disfrutar de su día.

El problema comienza cuando ese dolor se vuelve incapacitante y aun así, se considera “normal”. Cuando en lugar de investigar, se receta sólo un analgésico. Cuando se espera que la mujer sonría mientras siente que algo dentro duele demasiado.

 

Cuando el cuerpo quiere decir algo más.

Hay situaciones en las que los cólicos menstruales son sólo la punta del iceberg. Condiciones ginecológicas que pasan desapercibidas durante años, disfrazadas bajo el término “dolor menstrual”. Aquí algunas de las más frecuentes:

Endometriosis.

Es una enfermedad silenciosa, pero devastadora. Ocurre cuando el tejido similar al que recubre el útero crece fuera de él: En los ovarios, las trompas, el intestino, incluso en la vejiga. Puede causar cólicos menstruales severos, relaciones sexuales dolorosas, fatiga crónica e infertilidad. A muchas mujeres les toma entre 7 y 10 años recibir un diagnóstico.

 

Adenomiosis.

Muy parecida a la endometriosis, pero en este caso, el tejido endometrial se infiltra dentro del músculo uterino. Provoca menstruaciones abundantes, dolor continuo y una sensación de inflamación constante. No es raro que se confunda con cólicos fuertes, cuando en realidad es una afección compleja.

 

Síndrome de ovario poliquístico (SOP).

Aunque no siempre se manifiesta con dolor, el SOP puede alterar los ciclos menstruales y generar molestias abdominales persistentes. Muchas mujeres viven años sin saber que lo padecen, creyendo que su menstruación irregular o sus dolores son normales.

 

Miomas uterinos.

Son tumores benignos que pueden crecer dentro o fuera del útero. Aunque no siempre causan dolor, cuando lo hacen, el malestar puede ser constante o intensificarse durante el periodo menstrual. También pueden generar sangrados abundantes y sensación de presión.

 

Infecciones pélvicas o enfermedades inflamatorias.

A veces, el cuerpo se inflama internamente debido a infecciones bacterianas no tratadas a tiempo. El dolor puede parecer un cólico común, pero se acompaña de fiebre, flujo anormal o malestar general. Ignorarlas puede tener consecuencias graves a largo plazo.

 

El dolor también es emocional.

Otro factor que no podemos olvidar es la dimensión emocional del dolor menstrual. Las emociones, el estrés, la ansiedad o incluso las experiencias traumáticas pueden intensificar la percepción del dolor. Algunas mujeres viven su menstruación con culpa, vergüenza o miedo. Y eso también duele.

El cuerpo y la mente están conectados. Y si no cuidamos ambos, el dolor se convierte en un visitante permanente.

¿Cuándo hay que preocuparse?

Escucha a tu cuerpo. Estas señales pueden ser una alerta de que ese “cólico” es algo más:

  • El dolor interfiere con tu vida diaria (trabajo, escuela, relaciones).
  • El dolor aparece fuera del periodo menstrual.
  • No mejora con analgésicos comunes.
  • Se acompaña de sangrados excesivos o coágulos grandes.
  • El dolor ocurre durante las relaciones sexuales o al ir al baño.
  • Tienes fatiga extrema, náuseas o malestar digestivo persistente.
  • Has intentado tratamientos sin alivio.

Tu cuerpo no quiere que sufras. Quiere que le pongas atención.

 

Romper el silencio y pedir ayuda.

Mereces un diagnóstico claro, un tratamiento adecuado y una vida sin dolor innecesario. No estás sola: muchas mujeres han vivido lo mismo, han llorado en silencio y han encontrado respuestas cuando por fin se sintieron escuchadas. Si tú también necesitas apoyo, recuerda que en VRIM nuestros médicos están para acompañarte, escucharte y ayudarte a entender lo que tu cuerpo quiere decirte.

Hablar del dolor menstrual sin tabúes es el primer paso para que otras mujeres también puedan alzar la voz. Es romper generaciones de silencio. Empieza a cuidar tu salud aquí: https://www.vrim.com.mx/membresias-vrim-new/

 

 

 

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